Lo que Dios Da (Parte 1) ~ Confiar en Dios en Medio del Miedo


     Esforzaos y esfuércese vuestro corazón todos los que esperáis en el SEÑOR.  (Salmos 31:24)

     Al Vencedor: a los hijos de Coré: Salmo sobre Alamot. Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto no temeremos aunque la tierra sea removida; aunque se traspasen los montes al corazón del mar.  (Salmos 46:1-2) 

     Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino el de fortaleza, y de amor, y de templanza.  (2 Timoteo 1:7) 

     Carísimos, amémonos unos a otros; porque la caridad es de Dios. Cualquiera que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. Y nosotros hemos conocido y creído la caridad que Dios tiene en nosotros. Dios es caridad; y el que permanece en caridad, permanece en Dios, y Dios en él. En la caridad no hay temor; mas la perfecta caridad echa fuera el temor; porque el temor tiene pena; de donde el que teme, no está completo en caridad.  (1 Juan 4:7, 16, 18)

     Porque esta es la caridad de Dios, que guardemos sus mandamientos, y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo aquello que es nacido de Dios, vence al mundo; y esta es la victoria que vence al mundo, es a saber nuestra fe.  (1 Juan 5:3-4)

     El Señor te invita,  Y llámame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.  (Salmos 50:15)

     Jesús dice,  Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.  (Mateo 11:28-30)

Salmos 91
(1) El que habita en el escondedero del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.
(2) Dirá al SEÑOR: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, me aseguraré en él.
(3) Y él te librará del lazo del cazador; de la mortandad que todo asuela.
(4) Con su ala te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad.
(5) No tendrás temor de espanto nocturno, ni de saeta que vuele de día;
(6) ni de pestilencia que ande en oscuridad, ni de mortandad que destruya al mediodía.
(7) Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; pero a ti no llegará.
(8) Ciertamente con tus ojos mirarás, y verás la recompensa de los impíos.
(9) Porque tú, oh SEÑOR, eres mi esperanza; y al Altísimo has puesto por tu habitación,
(10) no se ordenará para ti mal, ni plaga tocará tu morada.
(11) Porque a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
(12) En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra.
(13) Sobre el león y el basilisco pisarás; hollarás al cachorro del león, y al dragón.
(14) Por cuanto en mí ha puesto su voluntad, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi Nombre. 
(15) Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré, y le glorificaré.
(16) Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salud (salvación).