“Dios Con Nosotros”

“Y Será llamado su nombre Emmanuel; ... Dios con nosotros.” “La luz del conocimiento de la gloria de Dios,” se ve “en el rostro de Jesucristo.” Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre; era “la imagen de Dios,” la imagen de su grandeza y majestad, “el resplandor de su gloria.” Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria. Vino a esta tierra obscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios, para ser “Dios con nosotros.” Por lo tanto, fué profetizado de él: “Y será llamado su nombre Emmanuel.” 

     Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. El era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos, dice: “Yo les he manifestado tu nombre”—“misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad,”—“para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.” Pero no sólo para sus hijos nacidos en la tierra fué dada esta revelación. Nuestro pequeño mundo es un libro de texto para el universo. El maravilloso y misericordioso propósito de Dios, el misterio del amor redentor, es el tema en el cual “desean mirar los ángeles,” y será su estudio a través de los siglos sin fin. Tanto los redimidos como los seres que nunca cayeron hallarán en la cruz de Cristo su ciencia y su canción. Se verá que la gloria que resplandece en el rostro de Jesús es la gloria del amor abnegado. A la luz del Calvario, se verá que la ley del renunciamiento por amor es la ley de la vida para la tierra y el cielo; que el amor que “no busca lo suyo” tiene su fuente en el corazón de Dios; y que en el Manso y Humilde se manifiesta el carácter de Aquel que mora en la luz inaccesible al hombre. 

     Al principio, Dios se revelaba en todas las obras de la creación. Fué Cristo quien extendió los cielos y echó los cimientos de la tierra. Fué su mano la que colgó los mundos en el espacio, y modeló las flores del campo. El “asienta las montañas con su fortaleza,” “suyo es el mar, pues que él lo hizo.” Salmos 65:6; 95:5. Fué él quien llenó la tierra de hermosura y el aire con cantos. Y sobre todas las cosas de la tierra, del aire y el cielo, escribió el mensaje del amor del Padre. 

     Aunque el pecado ha estropeado la obra perfecta de Dios, esa escritura permanece. Aun ahora todas las cosas creadas declaran la gloria de su excelencia. Fuera del egoísta corazón humano, no hay nada que viva para sí. No hay ningún pájaro que surca el aire, ningún animal que se mueve en el suelo, que no sirva a alguna otra vida. No hay siquiera una hoja del bosque, ni una humilde brizna de hierba que no tenga su utilidad. Cada árbol, arbusto y hoja emite ese elemento de vida, sin el cual no podrían sostenerse ni el hombre ni los animales; y el hombre y el animal, a su vez, sirven a la vida del árbol y del arbusto y de la hoja. Las flores exhalan fragancia y ostentan su belleza para beneficio del mundo. El sol derrama su luz para alegrar mil mundos. El océano, origen de todos nuestros manantiales y fuentes, recibe las corrientes de todas las tierras, pero recibe para dar. Las neblinas que ascienden de su seno, riegan la tierra, para que produzca y florezca. 

     Los ángeles de gloria hallan su gozo en dar, dar amor y cuidado incansable a las almas que están caídas y destituídas de santidad. Los seres celestiales desean ganar el corazón de los hombres; traen a este obscuro mundo luz de los atrios celestiales; por un ministerio amable y paciente, obran sobre el espíritu humano, para poner a los perdidos en una comunión con Cristo aun más íntima que la que ellos mismos pueden conocer. 

     Pero apartándonos de todas las representaciones menores, contemplamos a Dios en Jesús. Mirando a Jesús, vemos que la gloria de nuestro Dios consiste en dar. “Nada hago de mí mismo,” dijo Cristo; “me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre.” “No busco mi gloria,” sino la gloria del que me envió. Juan 8:28; 6:57; 8:50; 7:18. En estas palabras se presenta el gran principio que es la ley de la vida para el universo. Cristo recibió todas las cosas de Dios, pero las recibió para darlas. Así también en los atrios celestiales, en su ministerio en favor de todos los seres creados, por medio del Hijo amado fluye a todos la vida del Padre; pormedio del Hijo vuelve, en alabanza y gozoso servicio, como una marea de amor, a la gran Fuente de todo. Y así, por medio de Cristo, se completa el circuito de beneficencia, que representa el carácter del gran Dador, la ley de la vida. 

     Esta ley fué quebrantada en el cielo mismo. El pecado tuvo su origen en el egoísmo. Lucifer, el querubín protector, deseó ser el primero en el cielo. Trató de dominar a los seres celestiales, apartándolos de su Creador, y granjearse su homenaje. Para ello, representó falsamente a Dios, atribuyéndole el deseo de ensalzarse. Trató de investir al amante Creador con sus propias malas características. Así engañó a los ángeles. Así sedujo a los hombres. Los indujo a dudar de la palabra de Dios, y a desconfiar de su bondad. Por cuanto Dios es un Dios de justicia y terrible majestad, Satanás los indujo a considerarle como severo e inexorable. Así consiguió que se uniesen con él en su rebelión contra Dios, y la noche de la desgracia se asentó sobre el mundo. 

     La tierra quedó obscura porque se comprendió mal a Dios. A fin de que pudiesen iluminarse las lóbregas sombras, a fin de que el mundo pudiera ser traído de nuevo a Dios, había que quebrantar el engañoso poder de Satanás. Esto no podía hacerse por la fuerza. El ejercicio de la fuerza es contrario a los principios del gobierno de Dios; él desea tan sólo el servicio de amor; y el amor no puede ser exigido; no puede ser obtenido por la fuerza o la autoridad. El amor se despierta únicamente por el amor. El conocer a Dios es amarle; su carácter debe ser manifestado en contraste con el carácter de Satanás. En todo el universo había un solo ser que podía realizar esta obra. Únicamente Aquel que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía darlo a conocer. Sobre la obscura noche del mundo, debía nacer el Sol de justicia, “trayendo salud eterna en sus alas.” Malaquías 4:2. 

     El plan de nuestra redención no fué una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fué una revelación “del misterio que por tiempos eternos fué guardado en silencio.” Romanos 16:25. Fué una manifestación de los principios que desde edades eternas habían sido el fundamento del trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre seducido por el apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la terrible emergencia. Tan grande fué su amor por el mundo, que se comprometió a dar a su Hijo unigénito “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16. 

     Lucifer había dicho: “Sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, ... seré semejante al Altísimo.” Isaías 14:13, 14. Pero Cristo, “existiendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que debía aferrarse; sino que se desprendió de ella, tomando antes la forma de un siervo, siendo hecho en semejanza de los hombres.” Filipenses 2:6, 7.  

     Este fué un sacrificio voluntario. Jesús podría haber permanecido al lado del Padre. Podría haber conservado la gloria del cielo, y el homenaje de los ángeles. Pero prefirió devolver el cetro a las manos del Padre, y bajar del trono del universo, a fin de traer luz a los que estaban en tinieblas, y vida a los que perecían. 

     Hace casi dos mil años, se oyó en el cielo una voz de significado misterioso que, partiendo del trono de Dios, decía: “He aquí yo vengo.” “Sacrificio y ofrenda, no los quisiste; empero un cuerpo me has preparado.... He aquí yo vengo (en el rollo del libro está escrito de mí), para hacer, oh Dios, tu voluntad.” Hebreos 10:5-7. En estas palabras se anunció el cumplimiento del propósito que había estado oculto desde las edades eternas. Cristo estaba por visitar nuestro mundo, y encarnarse. El dice: “Un cuerpo me has preparado.” Si hubiese aparecido con la gloria que tenía con el Padre antes que el mundo fuese, no podríamos haber soportado la luz de su presencia. A fin de que pudiésemos contemplarla y no ser destruídos, la manifestación de su gloria fué velada. Su divinidad fué cubierta de humanidad, la gloria invisible tomó forma humana visible. 

     Este gran propósito había sido anunciado por medio de figuras y símbolos. La zarza ardiente, en la cual Cristo apareció a Moisés, revelaba a Dios. El símbolo elegido para representar a la Divinidad era una humilde planta que no tenía atractivos aparentes. Pero encerraba al Infinito. El Dios que es todo misericordia velaba su gloria en una figura muy humilde, a fin de que Moisés pudiese mirarla y sobrevivir. Así también en la columna de nube de día y la columna de fuego de noche, Dios se comunicaba con Israel, les revelaba su voluntad a los hombres, y les impartía su gracia. La gloria de Dios estaba suavizada, y velada su majestad, a fin de que la débil visión de los hombres finitos pudiese contemplarla. Así Cristo había de venir en “el cuerpo de nuestra bajeza” (Filipenses 3:21), “hecho semejante a los hombres.” A los ojos del mundo, no poseía hermosura que lo hiciese desear; sin embargo era Dios encarnado, la luz del cielo y de la tierra. Su gloria estaba velada, su grandeza y majestad ocultas, a fin de que pudiese acercarse a los hombres entristecidos y tentados. 

     Dios ordenó a Moisés respecto a Israel: “Hacerme han un santuario, y yo habitaré entre ellos” (Éxodo 25:8), y moraba en el santuario en medio de su pueblo. Durante todas sus penosas peregrinaciones en el desierto, estuvo con ellos el símbolo de su presencia. Así Cristo levantó su tabernáculo en medio de nuestro campamento humano. Hincó su tienda al lado de la tienda de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su vida y carácter divinos. “Aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14. 

     Desde que Jesús vino a morar con nosotros, sabemos que Dios conoce nuestras pruebas y simpatiza con nuestros pesares. Cada hijo e hija de Adán puede comprender que nuestro Creador es el amigo de los pecadores. Porque en toda doctrina de gracia, toda promesa de gozo, todo acto de amor, toda atracción divina presentada en la vida del Salvador en la tierra, vemos a “Dios con nosotros.” 

     Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara que nos es imposible obedecer sus preceptos. Imputa al Creador la caída de nuestros primeros padres, con toda la miseria que ha provocado, e induce a los hombres a considerar a Dios como autor del pecado, del sufrimiento y de la muerte. Jesús había de desenmascarar este engaño. Como uno de nosotros, había de dar un ejemplo de obediencia. Para esto tomó sobre sí nuestra naturaleza, y pasó por nuestras vicisitudes. “Por lo cual convenía que en todo fuese semejado a sus hermanos.” Si tuviésemos que soportar algo que Jesús no soportó, en este detalle Satanás representaría el poder de Dios como insuficiente para nosotros. Por lo tanto, Jesús fué“tentado en todo punto, así como nosotros.” Hebreos 2:17; 4:15. Soportó toda prueba a la cual estemos sujetos. Y no ejerció en favor suyo poder alguno que no nos sea ofrecido generosamente. Como hombre, hizo frente a la tentación, y venció en la fuerza que Dios le daba. El dice: “Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón.” Salmos 40:8. Mientras andaba haciendo bien y sanando a todos los afligidos de Satanás, demostró claramente a los hombres el carácter de la ley de Dios y la naturaleza de su servicio. Su vida testifica que para nosotros también es posible obedecer la ley de Dios. 

     Por su humanidad, Cristo tocaba a la humanidad; por su divinidad, se asía del trono de Dios. Como Hijo del hombre, nos dió un ejemplo de obediencia; como Hijo de Dios, nos imparte poder para obedecer. Fué Cristo quien habló a Moisés desde la zarza del monte Horeb diciendo: “YO SOY EL QUE SOY.... Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros.” Éxodo 3:14. Tal era la garantía de la liberación de Israel. Asimismo cuando vino “en semejanza de los hombres,” se declaró el YO SOY. El Niño de Belén, el manso y humilde Salvador, es Dios, “manifestado en carne.” 1 Timoteo 3:16. Y a nosotros nos dice: “‘YO SOY el buen pastor.’ ‘YO SOY el pan vivo.’ ‘YO SOY el camino, y la verdad, y la vida.’ ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.’ Juan 10:11; 6:51; 14:6; Mateo 28:18. ‘YO SOY la seguridad de toda promesa.’ ‘YO SOY; no tengáis miedo.’” “Dios con nosotros” es la seguridad de nuestra liberación del pecado, la garantía de nuestro poder para obedecer la ley del cielo. 

     Al condescender a tomar sobre sí la humanidad, Cristo reveló un carácter opuesto al carácter de Satanás. Pero se rebajó aun más en la senda de la humillación. “Hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:8. Así como el sumo sacerdote ponía a un lado sus magníficas ropas pontificias, y oficiaba en la ropa blanca de lino del sacerdote común, así también Cristo tomó forma de siervo, y ofreció sacrificio, siendo él mismo a la vez el sacerdote y la víctima. “El herido fué por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz sobre él.” Isaías 53:5. 

     Cristo fué tratado como nosotros merecemos a fin de que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fué condenado por nuestros pecados, en los que no había participado, a fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por su justicia, en la cual no habíamos participado. El sufrió la muerte nuestra, a fin de que pudiésemos recibir la vida suya. “Por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:5. 

     Por su vida y su muerte, Cristo logró aun más que restaurar lo que el pecado había arruinado. Era el propósito de Satanás conseguir una eterna separación entre Dios y el hombre; pero en Cristo llegamos a estar más íntimamente unidos a Dios que si nunca hubiésemos pecado. Al tomar nuestra naturaleza, el Salvador se vinculó con la humanidad por un vínculo que nunca se ha de romper. A través de las edades eternas, queda ligado con nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito.” Juan 3:16. Lo dió no sólo para que llevase nuestros pecados y muriese como sacrificio nuestro; lo dió a la especie caída. Para asegurarnos los beneficios de su inmutable consejo de paz, Dios dió a su Hijo unigénito para que llegase a ser miembro de la familia humana, y retuviese para siempre su naturaleza humana. Tal es la garantía de que Dios cumplirá su promesa. “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su hombro.” Dios adoptó la naturaleza humana en la persona de su Hijo, y la llevó al más alto cielo. Es “el Hijo del hombre” quien comparte el trono del universo. Es “el Hijo del hombre” cuyo nombre será llamado: “Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.” Isaías 9:6. El YO SOY es el Mediador entre Dios y la humanidad, que pone su mano sobre ambos. El que es “santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores,” no se avergüenza de llamarnos hermanos. Hebreos 7:26; 2:11.  En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito. 

     Acerca de su pueblo, Dios dice: “Serán como piedras de una diadema, relumbrando sobre su tierra. ¡Porque cuán grande es su bondad! ¡y cuán grande es su hermosura!” Zacarías 9:16, 17. La exaltación de los redimidos será un testimonio eterno de la misericordia de Dios. “En los siglos venideros,” él revelará “la soberana riqueza de su gracia, en su bondad para con nosotros en Jesucristo.” “A fin de que ... sea dado a conocer a las potestades y a las autoridades en las regiones celestiales, la multiforme sabiduría de Dios, de conformidad con el propósito eterno que se había propuesto en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Efesios 2:7; 3:10, 11. 

     Por medio de la obra redentora de Cristo, el gobierno de Dios queda justificado. El Omnipotente es dado a conocer como el Dios de amor. Las acusaciones de Satanás quedan refutadas y su carácter desenmascarado. La rebelión no podrá nunca volverse a levantar. El pecado no podrá nunca volver a entrar en el universo. A través de las edades eternas, todos estarán seguros contra la apostasía. Por el sacrificio abnegado del amor, los habitantes de la tierra y del cielo quedarán ligados a su Creador con vínculos de unión indisoluble.

     La obra de la redención estará completa. Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia de Dios. La tierra misma, el campo que Satanás reclama como suyo, ha de quedar no sólo redimida sino exaltada. Nuestro pequeño mundo, que es bajo la maldición del pecado la única mancha obscura de su gloriosa creación, será honrado por encima de todos los demás mundos en el universo de Dios. Aquí, donde el Hijo de Dios habitó en forma humana; donde el Rey de gloria vivió, sufrió y murió; aquí, cuando renueve todas las cosas, estará el tabernáculo de Dios con los hombres, “morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será su Dios con ellos.” Y a través de las edades sin fin, mientras los redimidos anden en la luz del Señor, le alabarán por su Don inefable: --Emmanuel; “Dios con nosotros.”

La Vida de Sacrificio de Cristo


Toda la consagración a Dios es requerida de nosotros.

Mientras que el Redentor de los mortales pecadores estaba trabajando y sufriendo por nosotros, se negó a sí mismo, y toda su vida fue una continua escena de trabajo y privación.

Si hubiera escogido hacerlo, podría haber pasado sus días en la tierra en facilidad y abundancia, y se apropiaría de todos los placeres y disfrute de esta vida. Pero el no lo hizo; No consideró su propia conveniencia. No vivió para satisfacerse, sino para hacer el bien y salvar a otros del sufrimiento, para ayudar a aquellos que más necesitaban ayuda. Duró hasta el final.

El castigo de nuestra paz estaba sobre él, y él llevó la iniquidad de todos nosotros. Isaías 53:5, 6.

La copa amarga nos fue asignada a beber. Nuestros pecados se mezclaron.

Pero nuestro querido Salvador tomó la copa de nuestros labios y la bebió; Y en su lugar, nos presenta una copa de misericordia, bendición y salvación.

¡Oh, qué inmenso sacrificio fue esto para la raza caída! ¡Qué amor, qué amor maravilloso e incomparable!

Después de toda esta manifestación de sufrimiento para mostrar Su amor, ¿nos encogeremos de las pequeñas pruebas que tenemos que soportar?

¿Podemos amar a Cristo y negarnos a levantar la cruz? Vea Lucas 9:23.

¿Podemos amar estar con Él en la gloria, y no seguirle desde el tribunal hasta el Calvario?

Si Cristo está en nosotros la esperanza de gloria (Colosenses 1:27), caminaremos igual que él (1 Juan 2:6); Imitaremos Su vida de sacrificio para bendecir a otros (1 Pedro 2:21); Beberemos de la copa, y seremos bautizados con el bautismo (Mateo 20:22); Recibiremos una vida de devoción, juicio y abnegación, por el amor de Cristo (Filipenses 1:29).

El cielo será lo suficientemente barato, cualquier sacrificio que podamos hacer para obtenerlo.

"Pero las cosas que fueron ganancia para mí, aquellos que he contado la pérdida de Cristo. Sin duda, y cuento todas las cosas, pero la pérdida de la excelencia de la ciencia de Cristo Jesús mi Señor: por quien he sufrido la pérdida de todas las cosas, y Los considero como estiércol, para que yo pueda ganar a Cristo." Filipenses 3:7, 8.

"Porque nuestra ligera aflicción, que no es sino por un momento, obra para nosotros un peso de gloria mucho más excesivo y eterno, mientras no miramos lo que se ve, sino lo que no se ve; Se ven son temporales, pero las cosas que no se ven son eternas." 2 Corintios 4:17, 18.

"Al que venciere, les concederé que se sienten conmigo en mi trono, así como también yo vencié, y me senté con mi Padre en su trono". Apocalipsis 3:21.

"Bienaventurados los que hacen sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y entren por las puertas a la ciudad". Apocalipsis 22:14.

El Camino de la Obediencia Humilde


"En cuanto a las obras de los hombres, por la palabra de tus labios Yo me he guardado de las sendas de los destructor. Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen." Salmos 17: 4, 5.

Un precio infinito se ha pagado por nuestra redención, y debemos saber que estamos en el camino correcto, caminando en el camino de la obediencia humilde.

Debemos llevar nuestro trabajo, el pensamiento y la emoción a la palabra de Dios, y que Dios recalcar a nuestros corazones su palabra escrita; entonces podremos tener confianza hacia él.

El Salvador dice: "Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido ".

Podemos ver la armonía en la palabra de Dios. Hemos de estar en una condición de guardar los mandamientos y vivir de Dios y su ley como la niña de los ojos.

Es la verdadera santificación de amar a Dios con todo el corazón, y con toda la mente y con todas las fuerzas, y al prójimo como a nosotros mismos. Debemos estar sujeto a la voluntad de Dios. No debemos hacer que nuestros sentimientos un estándar, pero la voluntad de Dios debe ser nuestra regla de acción.

Si Usted Ama a Jesús


"Cree, cree, cree en Jesús," es la falacia calmante que se adormecer a muchos a dormir en la cuna de la seguridad carnal, y tenemos que estar alarmado. Al llevar a Jesús en su vida diaria y el carácter, no quiere hablar de sus sentimientos, sino de lo que Dios ha dicho. Cuando Cristo está en el alma, a continuación, vamos a trabajar para los que nos rodean, que están en la oscuridad. No se oye ningún hombre, "Dame Cristo, pero lejos de los mandamientos de Dios, no quiero saber nada de ellos."

Debemos saber que tenemos los pies sobre la Roca eterna. No es para nosotros para llevar la palabra de Dios a nuestros sentimientos e ideas, sino para traer éstos a la palabra de Dios. "A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no hay luz en ellos." Estamos en los peligros de los últimos días, y Cristo ha dicho que se levantarán falsos maestros en el mundo, y engañar a muchos con sus doctrinas perniciosas.

Entonces, ¿cómo vamos a saber el verdadero de lo falso? - "Y conoceréis por sus frutos." ¿Enseñan la obediencia a la ley de Dios, o hacer que enseñan a los hombres a romper sus mandamientos? Estamos viviendo en un mundo de falsas doctrinas, y tenemos que saber qué es la verdad.

No preguntamos: ¿Qué es para mi conveniencia? pero, ¿Cuál es la palabra de Dios? Si Cristo había estudiado su conveniencia, él nunca habría dejado el cielo para venir a nuestro mundo para morir, para colgar en el árbol maldito por nosotros. Jesús ha muerto por ti, y ahora ¿qué vas a hacer por Jesús? Él dice: "Amaos los unos a los otros, como yo os he amado." Y si amas a Jesús, usted tendrá sus pies plantados en las pisadas manchadas de sangre del Hombre del Calvario, y al final los que han obtenido la victoria le entren por las puertas en la ciudad, y tienen derecho al árbol de la vida.

Dios nos ha dado facultades razonamiento, y Él quiere que usarlos. Él nos ha dado un gráfico que marca hacia fuera para nosotros la única manera correcta de alcanzar la vida eterna.

Estudiar las Escrituras por sí mismos. Escuchar lo que la voz del verdadero Pastor dice a usted, y luego caminar por la senda de la obediencia humilde, y al fin se concedió el don de la vida eterna en su caso. No podemos permitirnos perder la vida eterna. Dios quiera que podamos satisfacer alrededor del gran trono blanco, y cantar la canción de la redención en el reino de gloria.

¿Estás Muerto?


"El que ha muerto, ha sido justificado del pecado." Romanos 6:7.

¿Está libres del pecado? Si no es así, ¿no ven exactamente dónde reside la dificultad?

Allí se encuentra la verdad de Dios, que "el que ha muerto ha sido justificado del pecado." Entonces, si no son liberados del pecado, la única causa de ello es que no estás muerto.

Jesús dice: "Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo. Pero si muere, lleva mucho fruto." Juan 12:24.

Dice también: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto." Juan 15:8.

Como el Padre es glorificado en que llevéis mucho fruto, y ya que es sólo "si muere," que "lleva mucho fruto", que sin duda se deduce que en el presente documento es glorificado el Padre, que muráis.

¿Estás muerto? ¿Está libres del pecado? Va a glorificar al Señor por llevar mucho fruto? Va a morir?

"Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo."

¿Quieres siempre a acatar solo? "Sin mí nada podéis hacer." Juan 15:5.

Sin Él no puede hacer nada; sin Él no permanecéis solo: "... excepto que muere, queda solo;" a excepción de morir, se puede hacer nada.

Pero, bendecid al Señor, "si muere, lleva mucho fruto."

En estando muerto, entonces, no es la libertad del pecado; no está cumpliendo con el Señor; existe el cojinete de mucho fruto para la gloria de Dios; y el fin, la vida eterna.

Al no estar muerto, no es esclavitud al pecado; no es permanente por sí sola; y al final, la muerte eterna.

Por lo tanto el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de Cristo, la conservará para la vida eterna. Mateo 16:25.

Va a perder su vida y guardarlo? o va a salvar su vida y perderla?

"Está establecido para los hombres que mueran una vez." Hebreos 9:27. Y en el Evangelio, Dios ha fijado para que cada hombre puede morir que "una vez", a fin de vivir para siempre.

Excepto que muere, queda solo; pero cuando elegimos a morir para que podamos traer mucho fruto, Él no nos deja solos, ni nos pide que morir solo. Él sólo nos pide que morir con él. Bendecid su nombre!

A continuación, "Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él." Romanos 6:8. No vive en el pecado. Y vivir con Él, no vamos a vivir en el pecado.

¿Está libres del pecado? ¿Estás muerto? ¿Estás muerto con Cristo, para que vivas con Cristo?

Conversación Adecuada


“El que sacrifica alabanza me glorifica; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios.” Salmo 50:23.

    Mi mente, en los últimos tiempos, se ha espaciarse en el tema llevó a ver en el texto anterior. Como estamos viviendo en los días en que los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados (2 Timoteo 3:13), ¿no se nos convierta a ver nuestra conversación, para que podamos recibir la bendición prometida a él que ordenare su camino.

     Leemos en 1 Pedro 1:15, “Pero como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir.” Ahora no es hora de que tomemos atención a los muchos pasajes de la Escritura de apoyo en este punto ? Nuestro Salvador dice en Mateo 12:36, 37: “Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.”

     Parece que las palabras ociosas, la broma, y nefanda, es uno de los pecados que acosan de esta edad. Queridos hermanos y hermanas, ¿está claro de este pecado? Si no estamos, Partamos de este tiempo, y resolvemos que seremos culpables de que ya no. ¿Con qué frecuencia nuestros oídos son picados por la nefanda conducta de los malvados sobre nosotros. Y que realmente se puede decir por aquellos que están tratando de llegar a ser puro y santo ante los ojos de Dios, como lo fue de justo Lote; que moraba entre ellos, viendo y oyendo, abrumado por su alma justa día a día con sus actos ilegales (2 Pedro 2:7, 8). Y leemos en 1 Pedro 3:10, “Porque El que quiere amar la vida Y ver días buenos, refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño.” Y Santiago dice en el capítulo 3:13: “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.” Y Pedro, hablando de las cosas que van a tener lugar en la venida del Señor, dice: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¿qué de no debéis vosotros andar en santa y piadosa.” 2 Pedro 3:11.

     Queridos hermanos y hermanas, Jesús viene pronto, y se nos están preparando? Estamos haciendo que la preparación que vamos a necesitar, de pie ante el Juez de toda la tierra en su manifestación? Oh vamos despertamos nosotros mismos y estar despiertos a los tiempos en que vivimos. La nube de la guerra se cierne sobre esta tierra. Las naciones están airadas; pero los cuatro ángeles están reteniendo los cuatro vientos de la tierra, hasta que los siervos de Dios sean sellados en sus frentes. Apocalipsis 7:1-3. Vamos a trabajar mientras dure el día; para la noche, pronto vendrá cuando nadie puede trabajar. Juan 9:4.

     Jesús tendrá una iglesia pura, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante. Efesios 5:27. A continuación, vamos a purificar nuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido. Amaos unos a otros con un corazón puro. 1 Pedro 1:22. Jesús se entregó por nosotros para que pudiera redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2:14. Quiero estar listos para la venida del Salvador, y serán contados con los 144.000 que en su boca será hallado engaño, y cantar la canción de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero. Apocalipsis 14:1-5; 15:3.

Jesús, Nuestro Gran Sumo Sacerdote y Abogado que nos Ayude a Vencer el Pecado


"...Si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo: Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos."  1 Juan 2:1-3.

"Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades; pero fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."  Hebreos 4:14-16.

"El Señor sabe librar a los piadosos de las tentaciones. ..." 2 Pedro 2:9.

"Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, vestiduras y blanco, para que seas vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que seas ver. Como todos los que amo, yo reprendo y castigo a todos. Por lo tanto, sé celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono." Apocalipsis 3:18-21.

"Bienaventurados los que hacen Sus mandamientos, para que tengan derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad."  Apocalipsis 22:14.

Jesús dice, "Estad En Mí"


“Yo soy la Vid, vosotros los pámpanos,” dijo Cristo a sus discípulos. Aunque él estaba por ser arrebatado de entre ellos, su unión espiritual con él no había de cambiar. La unión del sarmiento con la vid, dijo, representa la relación que habéis de sostener conmigo. El pámpano está injertado en la vid viviente, y fibra tras fibra, vena tras vena, va creciendo en el tronco. La vida de la vid llega a ser la vida del pámpano. Así también el alma muerta en delitos y pecados recibe vida por su unión con Cristo. Por la fe en él como Salvador personal, se forma esa unión. El pecador une su debilidad a la fuerza de Cristo, su vacuidad a la plenitud de Cristo, su fragilidad a la perdurable potencia de Cristo. Entonces tiene el sentir de Cristo. Lahumanidad de Cristo ha tocado nuestra humanidad, y nuestra humanidad ha tocado la divinidad. Así, por la intervención del Espíritu Santo, el hombre viene a ser participante de la naturaleza divina. Es acepto en el Amado. 

Esta unión con Cristo, una vez formada, debe ser mantenida. Cristo dijo: “Estad en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto de sí mismo, si no estuviere en la vid; así ni vosotros, si no estuviereis en mí.” Este no es un contacto casual, ninguna unión que se realiza y se corta luego. El sarmiento llega a ser parte de la vid viviente. La comunicación de la vida, la fuerza y el carácter fructífero de la raíz a las ramas se verifica en forma constante y sin obstrucción. Separado de la vid, el sarmiento no puede vivir. Así tampoco, dijo Jesús, podéis vivir separados de mí. La vida que habéis recibido de mí puede conservarse únicamente por la comunión continua. Sin mí, no podéis vencer un solo pecado, ni resistir una sola tentación. 

“Estad en mí, y yo en vosotros.” El estar en Cristo significa recibir constantemente de su Espíritu, una vida de entrega sin reservas a su servicio. El conducto de comunicación debe mantenerse continuamente abierto entre el hombre y su Dios. Como el sarmiento de la vid recibe constantemente la savia de la vid viviente, así hemos de aferrarnos a Jesús y recibir de él por la fe la fuerza y la perfección de su propio carácter. 

La raíz envía su nutrición por el sarmiento a la ramificación más lejana. Así comunica Cristo la corriente de su fuerza vital a todo creyente. Mientras el alma esté unida con Cristo, no hay peligro de que se marchite o decaiga. 

La vida de la vid se manifestará en el fragante fruto de los sarmientos. “El que está en mí—dijo Jesús,—y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque sin mí nada podéis hacer.” Cuando vivamos por la fe en el Hijo de Dios, los frutos del Espíritu se verán en nuestra vida; no faltará uno solo. 

“Mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, le quitará.” Aunque el injerto esté unido exteriormente con la vid, puede faltar la conexión vital. Entonces no habrá crecimiento ni frutos. Puede haber una relación aparente con Cristo, sin verdadera unión con él por la fe. El profesar la religión coloca a los hombres en la iglesia, pero el carácter y la conducta demuestran si están unidos con Cristo. Si no llevan fruto, son pámpanos falsos. Su separación de Cristo entraña una ruina tan completa como la representada por el sarmiento muerto. “El que en mí no estuviere—dijo Cristo,—será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden.” 

“Todo pámpano ... que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” De los doce escogidos que habían seguido a Jesús, uno estaba por ser sacado como rama seca, el resto iba a pasar bajo la podadera de la amarga prueba. Con solemne ternura, Jesús explicó el propósito del labrador. La poda causará dolor, pero es el Padre quien la realiza. El no trabaja con mano despiadada y corazón indiferente. Hay ramas que se arrastran por el suelo; y tienen que ser separadas de los apoyos terrenales en que sus zarcillos se han enredado. Han de dirigirse hacia el cielo y hallar su apoyo en Dios. El follaje excesivo que desvía de la fruta la corriente vital, debe ser suprimido. El exceso de crecimiento debe ser cortado, para que puedan penetrar los sanadores rayos del Sol de justicia. El labrador poda lo que perjudica, a fin de que la fruta pueda ser más rica y abundante. 

“En esto es glorificado mi Padre—dijo Jesús,—en que llevéis mucho fruto.” Dios desea manifestar por vosotros la santidad, la benevolencia, la compasión de su propio carácter. Sin embargo, el Salvador no invita a los discípulos a trabajar para llevar fruto. Les dice que permanezcan en él. “Si estuviereis en mí—dice él,—y mis palabras estuvieren en vosotros, pedid todo lo que quisiereis, y os será hecho.” Por la Palabra es como Cristo mora en sus seguidores. Es la misma unión vital representada por comer su carne y beber su sangre. Las palabras de Cristo son espíritu y vida. Al recibirlas, recibís la vida de la vid. Vivís “con toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mateo 4:4. La vida de Cristo en vosotros produce los mismos frutos que en él. Viviendo en Cristo, adhiriéndoos a Cristo, sostenidos por Cristo, recibiendo alimento de Cristo, lleváis fruto según la semejanza de Cristo. 

Agua Viva



Sólo Jesús puede satisfacer el ansia inquieta del corazón, y dar reposo a la mente. La riqueza no puede hacer esto. Bebida embriagante no puede hacerlo. Placer mundano no pueden hacerlo. Título, el rango, el aprendizaje, el poder, -todos son inútiles a menos que el nombre está inscrito en el libro de la vida del Cordero.

En la oración que Cristo ofreció a su Padre justo antes de la crucifixión, Él dijo: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, ya Jesucristo, a quien has enviado." Sólo la religión que viene de Dios conducirá a Dios. "El que cree en el Hijo tiene vida eterna." No hay en su corazón un pozo de agua viva, cuya influencia es sentida por todos aquellos con quienes se asocia.

Para los cansados y cargados Cristo dice: "Venid a mí ... y yo os haré descansar." Inquieto, deseo, corazón exhausto, pensar en las palabras del Salvador: "Cualquiera que bebiere de esta agua que yo le daré, será nunca sed." Bebida de los pozos de los placeres mundanos, y usted volverá a tener sed. Bebida del agua de la vida, y usted estará satisfecho y fresco; porque será en vosotros "una fuente de agua que salte para vida eterna." El amor y la luz y la verdad y la vida se encuentran en el evangelio eterno. Venid, que estáis trabajados y cargados, llegado al agua viva. "El que tiene sed, venga. Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente."

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Pensamientos para el Año Nuevo


Aunque en cierto sentido, el primer día del año nuevo no es más a Dios que cualquier otro día, sin embargo, Él a menudo pone en los corazones de sus hijos en ese momento un deseo de comenzar el nuevo año con nuevas resoluciones, -tal vez con planes de llevar a cabo alguna empresa digna, -y con fines de apartarse de los errores del año viejo y vivir el nuevo año con nuevas determinaciones. 

En el plan de Dios para su pueblo antiguo, Él dio la orden: "En el primer día del mes primero harás levantar el tabernáculo." No tenemos tabernáculo de configurar como tenía los hijos de Israel, pero tenemos una obra de edificio para hacer, la importancia de que todos tenemos que entender. Recordemos que el personaje no es el resultado de un accidente, pero día a día se está formando para el bien o para el mal. Gran importancia concede a esta labor de formación del carácter; por ello es de gran alcance en sus resultados. Somos constructores de tiempo y para la eternidad. Pocos se dan cuenta del poder de la costumbre. Examine su propio corazón y su vida a la luz de la Palabra de Dios, y te preguntas, "¿Cuál ha sido mi récord para el año que se acaba de cerrar? ¿Qué avance he hecho en la vida cristiana? Lo victorias he ganado? Y lo he hecho para ayudar a los demás, y llevarlos a Cristo?"

Dios no te ha puesto en el mundo para llevar una vida sin rumbo. Diseña que debe ser útil, y alcanzar un alto nivel de excelencia moral. A cada uno se le da un poco de trabajo. Durante el año de edad has realizado tus tareas designadas con alegría y fidelidad, con la mira puesta únicamente en la gloria de Dios? Oportunidades y privilegios que han sido concedidas; ¿Para qué has hecho de estos dones confiados a usted por nuestro Padre Celestial? ¿Ha hecho usted una bendición para los que te rodean? ¿Has hecho lo que pudo para hacerlos felices y ganar a Cristo? 

Todo esto es una parte de su obra asignada. Dios también requiere que cada uno de nosotros para someter a uno mismo, no dar la rienda a la autoindulgencia o el apetito, y para formar caracteres que resista la prueba del juicio y de ir con nosotros en la vida futura. 

¿Dirá el cierre del año usted encontrará más avanzada de lo que son hoy en día? Va a poner distancia malos hábitos? ¿Va a ser considerado con los demás, fieles a hacer el trabajo de un cristiano? Si va a llevar a los principios de derecho haciendo en todos los asuntos de la vida, usted encontrará que promoverá la salud del cuerpo, la paz de la mente, y la prosperidad del alma. Usted tendrá una fuerza, la dignidad, y la dulzura de carácter que tendrán una influencia transformadora sobre otros. 

Estamos entrando en un nuevo año, y puede que resultara un comienzo de año para nosotros. Si en el año de edad que hemos hecho fracasos, vamos a comenzar la nueva rectificando los errores en la medida que podamos. Si el año de edad ha dado a la eternidad un expediente manchado de oportunidades descuidadas y privilegios menospreciados, veamos que la del año nuevo está libre de estos defectos. Sus días están delante de nosotros; comencemos ahora para hacer la historia de cada uno a su paso, como no vamos a temblar a conocer en el juicio. Vamos a llenar cada una llena de, el trabajo útil de amor por los demás. Desarrollemos todos nuestros poderes, y hacemos de nosotros mismos todo lo que Dios diseñó que deberíamos. 

En el guardar los mandamientos de Dios hay grande galardón. Una recompensa le espera al vencedor en el gran día, cuando él escuchar de los labios de nuestro Señor: "Bien, buen siervo y fiel"; y también hay un presente recompensa en la paz y la felicidad que fluye de la conciencia en reposo, de la dulce seguridad de que gozamos del favor de Dios. "Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad, Para los que guardan su pacto y sus testimonios." A todos los que andan en sus caminos el nuevo año se llena de bondad y bendición.